Grasas trans, todo lo que tienes que saber
El normalizado abuso al consumo de grasas trans representa una amenaza a la salud de los mexicanos. Diversos estudios de nutrición relacionan a las grasas trans con el aumento del colesterol LDL, conocido como el “colesterol malo”, el cual junto con otras sustancias se adhiere a las paredes de los vasos sanguíneos hasta obstaculizar el flujo de la sangre y ocasionar enfermedades o accidentes cardiovasculares.
Estas grasas se forman en un proceso industrial llamado hidrogenación, que como su nombre lo indica, se le añade hidrógeno a los aceites vegetales para transformarlos de un estado líquido a uno sólido. Las empresas de alimentos las utilizan principalmente porque ayudan al aumento de su conservación en el anaquel. El exceso en su consumo se ha normalizado en la cultura mexicana.
“Generalmente a los productos que contienen grasas trans también se les añade otro tipo de ingredientes como azúcares refinadas, exceso de sodio, otros conservadores, colorantes adicionales, etc. A las personas que están acostumbradas a consumir estos productos “ultraprocesados” pueden crear una estrecha relación con ese tipo de comida, incluso llegar a tener cierto grado de dependencia. Cuando están muy acostumbrados a su consumo, pueden crear un patrón alimenticio muy fuerte por lo tanto les va a costar mayor trabajo desprenderse”, explicó Luz Adriana Hernández, nutrióloga de Bravos León.
Lucy, quien además es educadora en diabetes, recalcó que de acuerdo a la evidencia científica, el alto consumo de grasas trans puede desembocar a sufrir un infarto al miocardio o favorecer los procesos inflamatorios de una diabetes, o incluso, cáncer. En el caso de los niños, está demostrado que su consumo los predispone a desarrollar enfermedades crónico-degenerativas en su etapa joven o adulta.
Si bien es cierto que nuestro cuerpo requiere determinada cantidad de grasa para cumplir con diferentes funciones del organismo, las grasas trans son muy ajenas a este nutrimento. Las grasas buenas son aquellas que en lugar de aumentar el colesterol LDL, aumentan el colesterol HDL. Las podemos encontrar en diversos alimentos como aceite de oliva, aguacate, frutos secos, nueces, almendras, semillas de girasol y algunos pescados como el salmón, sardina, trucha y atún. La clave para la prevención se encuentra en cambiar nuestro estilo de vida.
“Afortunadamente van cambiando ciertas condiciones en el mercado, eso nos va a ayudar mucho. La principal recomendación es que necesitamos aprender a leer etiquetas. Si nosotros conocemos todos los ingredientes que trae un producto, si entendemos la señalética del exceso de sodio, grasas trans, grasas saturadas, etc. podemos ser conscientes de lo que estamos consumiendo y tomar mejor decisiones”, comentó.
“La estrategia que tenemos que hacer con ellos es difícil, pero poco a poco necesitamos ir introduciendo hábitos saludables de tal manera que los alimentos ultraprocesados los podamos ir desplazando y en su lugar poder consumir alimentos saludables”, agregó.