Con casi 50 años repartiendo sonrisas, cierra María producción de piñatas
Con el rostro quemado por el sol y desencajado, María se estremece al ver que sus obras de arte tienen los días contados. En medio de un cuarto repleto de engrudo y papel de color, sus manos temblorosas la invitan a dar vida por última vez a esa tradición milenaria: las piñatas.
Vestida con figuras de todos los tamaños y colores, apiladas una encima de la otra, y colgadas del techo, cientos de piñatas llenan de vida la casa de María Navarro, artesana desde los 12 años, en su natal San Juan de la Puerta en Manuel Doblado, y aunque ha luchado por que el oficio prevalezca, este diciembre esa luz se apagará.
“La verdad yo ya no le veo salida, solo que este año yo tenía un poco de material y decidí ya terminarlo porque yo veo que ya no sale. Yo tenía material porque siempre compraba para trabajar en el año, pero como este 2024 no se vendió, lo poquito que vendí ya no le invertí, mejor me lo fui comiendo”, explicó.
Fueron casi 50 años repartiendo alegrías. En los buenos tiempos, María producía más de mil piñatas por semana que se exportaban a los Estados Unidos, otras cuantas, a Querétaro, León, Salamanca, San Luis Potosí, Manuel Doblado, Moroleón, Ciudad de México y Puebla.
Aunque la piñata es uno de los símbolos más representativos de las celebraciones en México y sería difícil imaginar las posadas sin estas coloridas decoraciones, la pérdida de tradiciones y la decadente economía han provocado que pequeños productores cierren sus puertas poco a poco.
”Ya no hay gente para trabajar, todos se van a las empresas (…) Por lo mismo de que no ganan lo mismo que en una fábrica porque no podemos pagar más, porque no sale está muy caro el material, de dos años para acá se incrementó muchísimo el material”, platicó.
Lo máximo que le compran la pieza de piñata es a $110. 00 pesos, pero para poder tener una pequeña ganancia debería de venderlas en $150.00, sin embargo “ya nadie las compra”.
“A mí me gusta porque también si no les gusta este trabajo, nomás no, a mí me gusta mucho este trabajo, inicié a los 12 años. Me gusta todo menos adornar, pero si lo hago, yo me invento a veces las figuras, las saco del internet y les digo cómo lo hagan”, explicó.
Fueron más de 70 años que la familia Remigio inició con este oficio, que dejó momentos mágicos a miles de personas, en próximos días, todo se detendrá, y la señora María y su esposo Pepe de 68 años tendrán que buscar una nueva fuente de empleo.