El artesano que revivió el órgano de Notre Dame

Itaru Sekiguchi es uno de los encargados de hacer que el órgano monumental de Notre Dame vuelva a sonar como antes
Foto: AFP.

Itaru Sekiguchi tenía diez años cuando un “ruido infernal” le cambió la vida. Era el sonido del gran órgano de Notre Dame, que acababa de resonar frente a él sellando una cita que se cumpliría 40 años después.

“Fue un choque cultural”, dice el organero de origen japonés, hoy de 53 años y un enamorado de Francia.

Sekiguchi se instaló en el país europeo poco después de cumplir 20 años, para convertirse en un especialista de este antiguo instrumento, con la esperanza de trabajar con aquel que lo había impresionado en su infancia, cuyos 8 mil tubos fueron desmontados tras el incendio de abril de 2019 en la Catedral de Notre Dame.

“Quería venir a Francia porque es aquí donde ocurre todo. Pero cuando se lo anuncié a mi familia, pensaron que estaba un poco loco”, recuerda, en un francés impecable, este nativo de Sendai, Japón.

Cinco años después de la catástrofe, el instrumento más grande de Francia no tiene secretos para Sekiguchi, uno de los pocos artesanos que, al caer la noche, realizan minuciosos ajustes para que el gran órgano recupere su timbre original, antes de la reapertura de Notre Dame, proyectada el 7 de diciembre próximo.

Un sueño truncado

En 2018 Sekiguchi había alcanzado su “Santo Grial” al convertirse en el organero oficial de la catedral, responsable de su mantenimiento diario. Este monumental instrumento tiene la altura de un edificio de cuatro pisos y una longitud de 12 metros. “Era mi sueño, me permitió conocer mejor el instrumento”, cuenta el experto radicado en Corrèze desde hace 25 años.

Tres semanas al mes, verificaba la afinación del gran órgano, respetando las limitaciones de uno de los lugares más visitados de Francia. “El tiempo es muy limitado”, explica. “Hay que trabajar de noche, porque de día no se puede molestar a los turistas y además se necesita un silencio absoluto para afinar”.

Pero el sueño estuvo a punto de truncarse definitivamente. Un año después de su nombramiento, el incendio devastó la catedral y afectó la vida de Sekiguchi, quien perdió su empleo. Su único consuelo fue que el gran órgano no fue alcanzado por las llamas.

“Temí por el órgano, porque durante la noche no sabíamos, teníamos información contradictoria, fue angustiante”, comenta, convencido de que un daño mayor habría sido irreversible. “Hoy en día no seríamos capaces de construir algo igual”.

Aunque no fue directamente afectado por el incendio, el gran órgano sufrió sus consecuencias. Residuos de plomo se infiltraron en su estructura, y el incendio provocó temperaturas extremas, debilitando el instrumento, hecho en un 80 por ciento de madera.

Por tercera vez en su larga historia, después de 1990 y 2014, el gran órgano tuvo que ser casi completamente desmontado para ser puesto a salvo, antes de ser minuciosamente reensamblado a partir de 2023, a medida que avanzaban los trabajos en la nave.

Tres talleres de organeros han sido movilizados para esta gran obra en la que flota una pregunta crucial: ¿sonará el instrumento, central en la liturgia de Notre Dame, como antes?

“Dar con el timbre es muy difícil. Un tubo puede sonar de mil maneras diferentes”, explica Olivier Chevron, organero que llamó a Itaru Sekiguchi para realizar esta tarea junto a otros artesanos.

La labor es tan específica que los organeros fabrican ellos mismos sus herramientas, algunas de las cuales ni siquiera tienen nombre, y dependen tanto de su habilidad como de su subjetividad.

“Es difícil describir el sonido del gran órgano. Para mí, tiene el color sonoro de la catedral; es un instrumento cálido, no tenso ni agresivo”, comenta Bertrand Cattiaux, organero encargado de su mantenimiento en Notre Dame durante mucho tiempo, hasta que contrató a Sekiguchi a principios de los años 2000.

Para recuperar el sonido del gran órgano Sekiguchi también recurre a “sus recuerdos” y, pese a la magnitud de la tarea, disfruta de la responsabilidad de cuidar de un emblema del patrimonio francés. “Es un gran honor pero también una gran carga y responsabilidad”, resume. “Es simplemente increíble”.

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