Nápoles: el rancho que sostiene a Puerto Interior

A un paso del Puerto Interior, la comunidad de Nápoles sostiene con su trabajo la industria, entre calles de terracería y vida rural
Foto: Especial.

Por: Patricia Robles.

A sólo unos minutos del parque industrial Puerto Interior, epicentro del desarrollo económico en Guanajuato, se encuentra la comunidad de Nápoles, un lugar donde la tierra aún es de terracería, las vacas caminan por los bordes del camino y los puestos de gorditas humean desde temprano. Aquí, entre árboles y riachuelos, vive la fuerza laboral que mantiene en marcha la maquinaria de la industria estatal.

“El trabajo fijo, las utilidades… es por eso que la mayoría trabaja allá”, cuenta Olivia Rocha, habitante de Nápoles, refiriéndose a las empresas del Puerto Interior. Ella, como muchos en su comunidad, ha visto cómo la cercanía con esta zona industrial ha cambiado la dinámica del pueblo.

Puerto Interior, con sus calles pavimentadas, hoteles de negocios, restaurantes y corporativos como Pirelli o Volkswagen, ofrece oportunidades que el campo ya no puede dar. Pero el contraste es evidente. Apenas se gira a la derecha, saliendo del parque, el paisaje cambia: el concreto se transforma en polvo, los edificios en parcelas, el bullicio en silencio.

“No hay mucho trabajo aquí en el rancho, solo allá en el puerto”, dice Olivia. Y lo mismo señala Aldo Tadeo, otro vecino, quien explica que muchos se emplean en la construcción o en las fábricas. “Allá se facilitan más las cosas para vivir establemente”, dice, mientras mira el camino por donde cada mañana decenas de personas salen rumbo a su jornada laboral.

El fenómeno no es aislado. Nápoles es una de varias comunidades rurales que, sin estar en los reflectores, son esenciales para el funcionamiento de los polos industriales de Guanajuato. Sin embargo, no siempre reciben el mismo nivel de infraestructura, servicios o inversión.

Esta coexistencia de realidades —la del desarrollo moderno y la vida rural— refleja los matices del crecimiento económico en el estado: un modelo que genera empleos, sí, pero también una deuda pendiente con las comunidades que lo hacen posible.

Nápoles no aparece en los folletos turísticos ni en los informes financieros, pero está ahí, cada día, proveyendo el recurso más valioso: su gente. Porque detrás de cada empresa de alto perfil, hay una historia rural, una cocina de gorditas, un niño en bicicleta y una comunidad que resiste y trabaja.

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