María Refugio, la madre que es la fuerza silenciosa de Sierra de Lobos
Por: Patricia Robles.
A sus 74 años, María Refugio sigue siendo el corazón de su hogar en Sierra de Lobos. Madre de siete hijos, ha pasado cuatro décadas entre fogones, lavaderos y caminos de tierra, sin más impulso que el amor que le tiene a su familia.
“Uno le tiene que hacer la lucha y encontrar el tiempo para hacer una cosa u otra”, dice mientras limpia su cocina, donde aún atiende un pequeño negocio de comida corrida.
Aunque sus hijos ya crecieron, la rutina no se ha detenido: ahora también cuida a su esposo, quien padece una discapacidad intelectual desde que enfermó hace algunos años.
Su historia está tejida con sacrificios: por años llevó a sus hijos a la escuela, buscó leña para cocinar porque no tenían estufa, lavó la ropa en lavadero y vivió sin electricidad hasta hace apenas una década. “La energía me la da el amor que le tengo a mis hijos”, dice con una sonrisa serena.
Para María, la maternidad ha sido resistencia y ternura a partes iguales. Cuando se le pregunta por su salud, responde con franqueza: “Con tanto trabajo uno no tiene tiempo de enfermarse, más bien tiene uno las preocupaciones de estar trabajando y cuidar a los hijos”.
Este 10 de mayo no espera regalos costosos ni fiestas: “Lo único que quiero de regalo es un abrazo. Quiero amor y paciencia”, confiesa. Ahora, dice con orgullo, sus hijos la consienten. Le preparan de comer, la cuidan y le devuelven poco a poco todo lo que ella les dio durante años.
María Refugio no busca reconocimiento, pero su vida refleja el valor de miles de madres rurales que han sostenido a sus familias en silencio. Su historia es un recordatorio de que el amor también se mide en trabajo, entrega y resistencia.