Manuel Loera lleva más de 50 años dando vida a los rostros de luchadores
Sus manos tienen magia para confeccionar misterio
Desde los 23 años se ha dedicado a ser cómplice del enigma que se oculta debajo de una máscara.
Pero fue a los 14 años con una pijama de su abuelo y mucha creatividad que diseñó su propia vestimenta de luchador.
“A mi abuelo que usaba mameluco, le pedí uno y le dije, regálame un mameluco abuelo, le corté la parte de arriba, lo coci de en medio, me compré mis zapatillas, un calzoncillo de baño negro y me hice mi capa blanca y mi máscara de la muerte, yo me la inventé como pude en ese tiempo yo tenía como 14 o 15 años”.
Manuel Loera, es un leonés de 75 años que elabora máscaras de luchadores.
En la escuela soñaba con diseñar las máscaras de sus ídolos.
“A mí desde niño me gustaron las máscaras, inventaba mis figuras, en aquel tiempo estaba “La Sombra Vengadora”, en la escuela mi maestra me cachaba en mi libreta con puras bolitas haciendo máscaras de luchadores con el lápiz”.
Don Manuel, confecciona máscaras principalmente de luchadores que dejaron huella en el pancracio, aunque también de gladiadores que están de moda.
“Es la tela, la cuchilla y los moldes tengo de casi todos los luchadores que han salido, ahorita hago máscaras del Místico pero yo hago los que no han pasado de moda y también máscaras de luchadores de León, unos que ya murieron, Bobby Lee, Centella Verde, Míster Átomo y esas máscaras son las que hago para que los sigan recordando”.
En sus inicios como mascarero vendía a 36 pesos la docena de máscaras de material de tafeta y satín.
Actualmente en su casa ubicada en la calle Egipto 314 de la Colonia San Felipe de Jesús, en León, tiene un taller donde hace más de 40 máscaras a la semana.
“Antes hacía muchas máscaras porque tenía cuatro máquinas de coser, me ayudaban unos muchachos y un compadre me ayudaba a cortar a mano y yo hacía lo demás y ahorita ya solo hago entre seis y ocho al día”.
Una de sus anécdotas que es al mismo tiempo como un homenaje para él, es que le hizo máscaras a Fishman, una leyenda de la lucha libre mexicana.
“Y él ( Fishman) fue quien me abrió los ojos, porque a los luchadores de aquí les hacía máscaras en 100 o 150 pesos y me dice a cómo me las vas a vender y le respondí a 150 ¿Qué?, ¿Es cara, le dije y me comentó me hicieron ocho máscaras en Guadalajara, pero de todas ninguna servía y los antifaces estaban chuecos ninguno servía y me dijo que se las cobraron a 500 pesos cada una, entonces Fishman me dijo “no seas tonto cobra bien tu trabajo” te las voy a pagar a 350″.
Manuel, guarda en el baúl de los recuerdos una lucha inolvidable entre Karloff Lagarde y Huracán Ramírez, en la Arena Isabel, escenario, que fuera para muchos aficionados al pancracio, santuario de grandes batallas en la ciudad zapatera
“Una vez vi en León en la Arena Isabel a Karloff Lagarde vs Huracán Ramírez, duró casi una hora la lucha puro llaveo y contra llaveo y es lo más cansado para ellos, pelear a ras de lona lo que es una lucha… la arena callada viendo la lucha fue inolvidable yo tenía unos 17 o 18 años”.
La incógnita es lo más importante para un enmascarado
Don Manuel, ha sido más que un reconocido mascarero leonés, es cómplice de la fantasía y embajador del mayor símbolo de identidad y misterio en la Lucha Libre… la máscara.
“Me gusta mucho el trabajo, disfruto el estar trabajando es mi pasión porque desde niño me gustó esto y porque de aquí saqué adelante a mi familia”.
Don Manuel vende sus máscaras en la calle Egipto 314; trabaja con esmero para preservar la tradición de mascarero y regalar magia a los aficionados a este deporte.