Fortino Aguilar, una tradición de sabor en Guanajuato
Guanajuato Capital ha sido testigo de historias de perseverancia, tradición y legado familiar como la del señor Fortino Aguilar, quien desde hace 45 años ha endulzado corazones con ‘Nieves Artesanales Los Aguilar’.
Originario del Rancho de los Martínez, Fortino pasó de ser pastor de cabras, campesino, fabricante de carbón y albañil a convertirse en uno de los pioneros en vender helado de mantecado en el Jardín Embajadoras desde 1980.
El señor Aguilar visitó Dolores Hidalgo, donde adquirió una tina y empezó a preparar nieves de limón y fresa para vender en la kermés de su comunidad.
Por un tiempo vivió en El Rosario, Baja California, donde trabajó en el sector de la construcción. Sin embargo, fue a su regreso Guanajuato, cuando a la edad de 30 años tuvo la iniciativa de vender vasos de nieve a un peso en el callejón de Santo Niño y en el Jardín Embajadoras.
“Me bajé aquí en Embajadoras, y me subí un pedacito de hielo, empecé a hacer mi nieve y estuve echándole coco a la salida del negocio. Yo no lo veía como negocio, sino como una necesidad para sobrevivir”, relató el guanajuatense de 75 años.
Con el tiempo fabricó sus propias tinas y adquirió más experiencia, al lograr ofrecer más de 50 sabores y tener presencia en León, Guanajuato Capital y Lagos de Moreno, Jalisco.
Andrea Zúñiga, encargada de marketing de Nieves Artesanales Los Aguilar, explicó que el proceso de elaboración de sus nieves comienza muy temprano, a las 4 o 5 de la mañana, con la recolección y preparación de las frutas, seguido del batido en tinas de aluminio y madera, un método que requiere experiencia y dedicación.
Para Ana Martínez, del área administrativa, resaltó que la tradición y el sabor natural son pilares fundamentales.
“Manejamos más de 50 sabores, con una especialidad en los mantecados de guayaba, vainilla, fresa, café y chocolate, que tienen ese sabor cremoso y frutos secos”, detalló.
Con esfuerzo, el señor Fortino logró construir su propia casa y mejorar la calidad de vida de sus cinco hijos hombres y tres mujeres, a quienes ha inculcado el valor del trabajo.
“Lo más importante es que cuiden mucho lo que tenemos, que no olviden de dónde nació esto. Nadie me enseñó, yo solo tuve inteligencia para hacerlo”, compartió Aguilar.
Fortino Aguilar, afirmó que su mayor satisfacción es ver a sus hijos y nietos seguir sus pasos y mantener viva la tradición. Su legado es un ejemplo de perseverancia y amor.