Acusa turista colombiano maltrato de INM

Alejandro Matute viajó de Colombia a México para tomar unas vacaciones junto a un amigo; pero nunca salió del Aeropuerto Internacional de la CDMX, debido a que fue extorsionado

César Daniel Martínez Cisneros

El joven Alejandro Enrique Matute viajó de Colombia a México con el objetivo de tomar unas vacaciones junto a un amigo; sin embargo, nunca salió del Aeropuerto Internacional de la CDMX, debido a que fue víctima de extorsión por parte de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM).

El estudiante de 20 años iba a pasar nueve días en el país, del 8 al 16 de febrero, con la familia de Carlos Ponce, un viejo amigo de sus padres, pero los agentes migratorios le impidieron el ingreso al país, le quitaron todo, incluso 600 dólares en efectivo que traía, y lo mandaron de regreso.

“Me trataron como perro, como delincuente”, narró Alejandro en uno de los pocos mensajes que pudo hilar tras la experiencia.

Alejandro salió de Bogotá en el vuelo VB193 de Viva Aerobus, y apenas tocó tierra el martes pasado en la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), a las 19:38 horas, envió un mensaje a Carlos para avisarle que ya había aterrizado.

Pero Carlos se quedó esperando, pues Alejandro fue llevado a la segunda sala de revisión migratoria, donde mostró todos sus documentos; sin embargo, de nada sirvió.

“Me dijeron que no importaba que trajera una carta invitación, que aunque trajera la invitación del Presidente ellos determinaban a quién dejaban entrar”, comentó.

En la segunda revisión, un agente del INM lo interrogó a solas en una esquina del cuarto donde estaba. La entrevista duró menos de 3 minutos.

Antes de que Alejandro viajara a México, el amigo de sus padres, Carlos, consultó con el INM los requisitos para asegurar el ingreso del joven estudiante. Cumplió con todos.

“El motivo es estafar, es clarísimo, ver qué pueden sacar, en este caso 600 dólares”, acusó Carlos.

Alejandro pasó la noche junto con otras 20 personas en una habitación con candado y con apenas cuatro camas y un pequeño baño, incomunicado y sin comer.

Hacia las 17:00 horas del día siguiente, miércoles, los padres de Alejandro le marcaron a Carlos para informarle que su hijo ya estaba en Colombia, sin celular, sin los 600 dólares, sin la tarjeta de crédito, sin la carta invitación, sin su tranquilidad, sólo con su pasaporte.

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