En nombre de la Conferencia del Episcopado Mexicano, extendemos nuestras más sinceras expresiones de solidaridad y cercanía espiritual ante la difícil situación que enfrentan nuestros hermanos en California, particularmente en la Arquidiócesis de Los Ángeles, debido a los devastadores incendios que están afectando a diversas comunidades.

Nos duele profundamente la destrucción de viviendas, templos parroquiales y espacios comunitarios que han sido alcanzados por estos incendios en distintas zonas del área de Los Ángeles.

Nos unimos en oración con todas las comunidades parroquiales afectadas en estos momentos de prueba, agradeciendo al Señor por la preservación de vidas humanas, y oramos especialmente por todas las familias que han visto destruidos sus espacios de encuentro y oración.

Expresamos también nuestra solidaridad con las numerosas instituciones educativas católicas que se han visto forzadas a cerrar sus puertas debido a esta emergencia, y oramos por la seguridad de todos los estudiantes, docentes y personal administrativo afectados.

Como Iglesia que peregrina en México, elevamos nuestras oraciones al Señor por todas las personas afectadas, especialmente por aquellas que han perdido sus hogares y medios de vida.

Nos unimos en oración por los valientes bomberos y personal de emergencia que arriesgan sus vidas para proteger a las comunidades afectadas.

La emergencia que viven nuestros hermanos californianos nos recuerda nuestra responsabilidad compartida en el cuidado de la Casa Común y la urgente necesidad de tomar
acciones concretas para mitigar los efectos del cambio climático que afecta especialmente a los más vulnerables.

Hacemos un llamado a todas las diócesis de México a unirse en oración por nuestros hermanos californianos y, en la medida de sus posibilidades, a mostrar su solidaridad de manera concreta a través de los canales que se establezcan para la ayuda humanitaria.

Que Nuestra Señora de Guadalupe, Emperatriz de América, interceda por todos los afectados y nos ayude a fortalecer los lazos de fraternidad que nos unen como pueblo de Dios,
especialmente en estos momentos de adversidad.