Dibuja sonrisas: La magia del Payarisueño Pichirulo Herrera

Desde su infancia comenzó a acompañar a su padre en fiestas infantiles, y Óscar descubrió su pasión por llevar alegría a las personas
Foto: Especial.

Conocido como Payarisueño Pichirulo Herrera, Óscar Herrera García ha sido un verdadero embajador de la risa por más de 25 años.

Desde su infancia en Cuerámaro, donde comenzó a acompañar a su padre en fiestas infantiles, Óscar descubrió su pasión por llevar alegría a las personas.

“Es un linaje de familia, mi papá es payaso desde hace 50 años. Yo tenía 10 años cuando comencé a acompañarlo a los eventos y me di cuenta de lo bonito que es hacer que los niños y los adultos rían y se olviden de sus problemas, aunque sea por un momento”, compartió.

Su magia comienza con un simple cambio de vestuario y maquillaje; en tan solo 40 minutos, se convierte en un personaje que ha sabido robar sonrisas a miles de personas.

Cada 5 de noviembre se conmemora el Día Internacional del Payaso, en homenaje a Emilio Alberto Aragón, conocido como el payaso ‘Miliki’, quien formaba parte del circo Price de Madrid.

Esta fecha celebra a los personajes que, con su característica nariz roja y vestimenta colorida llevan diariamente risas y alegría a personas de todas las edades.

Ser payaso conlleva una significativa inversión, Pichirulo destina aproximadamente 7 mil pesos en su traje, zapatos y maquillaje.

“Lo esencial de un payaso es la nariz, el maquillaje y los zapatos. A mí me encanta el calzado grande; son lo primero que los niños ven”, comenta.

Su colección incluye alrededor de 10 pares de zapatos, cada uno elaborado cuidadosamente en León.

“Lo esencial de un payaso es la nariz, el maquillaje y los zapatos. A mí me gusta mucho el zapato grande porque en una fiesta son lo primero que los niños ven”, compartió.

Su colección incluye 10 pares de zapatos elaborados en León, los cuales tienen un valor de entre 1 mil 500 y 2 mil pesos.

El espectáculo de Pichirulo no se limita a su personaje, ya que tiene una variedad de personajes que capturan la atención del público, como el muñeco Chascarrillo.

Su padre, el payaso Cantinflón, le enseñó el arte de la ventriloquía y el manejo de títeres, para ampliar su repertorio de entretenimiento.

El legado de la risa sigue en la familia, y sus dos hijos ahora toman parte en su travesía como payasos, quienes interpretan a Esponjita y Santilli. La emoción de trabajar junto a ellos inunda a Pichirulo de satisfacción.

“Ver a mis hijos reír y trabajar con ellos es algo muy bonito y especial. Aunque a veces uno trae problemas personales e incluso mi hijo está cansadito, todo se olvida cuando entramos en el personaje”, reflexionó.

Pichirulo Herrera no sólo dibuja sonrisas, sino también un mundo más vibrante y lleno de esperanza. Su magia nos recuerda que una sonrisa es todo lo que necesitamos.

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