De la depresión a la plenitud: cómo vivir la vida al final de la vida

En el Centro Gerontológico de San Juan de Dios, adultos mayores como Genaro y Berta viven plenamente a través de actividades que mejoran su bienestar
Foto Especial.

Escrito por: Valentín Lopez

¿Cómo se enfrenta la vida al final de la vida?

Para Genaro López Guerrero y Berta Santibáñez Fernández, usuarios del centro gerontológico de San Juan de Dios, la vida es más plena y tiene sentido desde que participan en las actividades físicas y ocupacionales que se ofrecen en este espacio del DIF municipal. “Ahorita estoy plena. Estoy viviendo y gozando mis años, mi vejez. Siempre he dicho que hay que mantenerse activa, me gusta mantenerme activa, hacer el ejercicio y seguir viviendo la vida, la vida es muy bonita”, nos comparte Berta Santibáñez Fernández, una viuda de 71 años.

Y es que envejecer no es fácil, cuando se voltea hacia atrás y uno puede ver las esperanzas, las pequeñas satisfacciones, los sueños, las penas y las pérdidas de los seres queridos. Berta Santibáñez tiene 71 años. Hace 28 años perdió a su hijo de 18 años, y hace 12 años murió su esposo, dos años mayor que ella. “Yo dije, cuando falleció mi esposo, yo no me voy a dejar morir, algo tengo qué hacer, tengo que salir a disfrutar la vida, a ver qué puedo hacer para mantenerme activa”.

También Genaro López Guerrero, maestro jubilado de 65 años, ha sufrido sus propias pérdidas: Huérfano de padre a los 6 años de edad, uno de siete hermanos, cuenta que hace 6 años murió su mamá a los 84 años de vida. Apenas un año después, su mejor amigo, con 30 años de amistad, falleció a los 70 cumplidos.

Y su hermano mayor, de 73 años, quien fue como un segundo padre para él y sus hermanos, murió un año más tarde.

Genaro dice que entonces sí se sintió devastado. Y sin embargo, ahora ve la muerte como algo natural.
“Nos ponemos a contar los años de la edad, y es una cosa muy natural a la que vamos a llegar. Pero precisamente ahora lo vemos como algo muy natural. Cuando ya hemos llegado a esta edad y hemos dejado las cosas, nos hemos deslindado de las cosas del pasado, nos estamos preparando para vivir una plena vida en esta edad, esta misma edad que estamos viviendo plenamente nos acerca a la muerte para llegar en buen estado”.

A lo largo de la vida nos agobian las preocupaciones y las dificultades, nos arrepentimos de lo que hicimos o no hicimos, de lo que dejamos atrás y las personas o las oportunidades a las que renunciamos. Genaro ve que eso es una ilusión, que no hay nada de qué arrepentirse en la vida que nos tocó vivir. “Los errores, los fracasos, que en aquel tiempo así los nombré, ahora veo que me sirvieron para formarme, para forzarme, para darme fortaleza, para tomar mis decisiones ahora, en esta edad, de vivir más sano, más saludable y desprenderme de todo remordimiento, rencor, de aquellas cosas del pasado que en un tiempo me agobiaron”.

Asegura que al final de la vida descubrimos que todas las decisiones, vivencias y caminos andados son lo mismo: sólo son experiencias de vida. “No hay fracasos, no hay sufrimientos. Todos son experiencias de vida que ahora las vemos desde este punto de vista. Toda la vida es una experiencia para vivir mejor”.

Ahora ve con gratitud los hitos de su vida, como cuando llegó a León a los 10 años, cuando se tituló y cuando alcanzó la jubilación que ahora disfruta, ver a sus tres hijos titulados y a su esposa con salud. Así les cambia la perspectiva los centros gerontológicos del DIF.

Fátima Hernández Garibay, psicóloga del centro gerontológico de San Juan de Dios, lo expresa así: “Ellos realmente tratan de venir a estos espacios de desarrollo con nosotros, para vivir una vida más plena, más tranquila, con una calidad de vida mejor, con la actividad que nosotros realizamos con ellos, con la activación física, las manualidades, la pintura, el yoga, el taichi”.

En su experiencia, Fátima Hernández es testigo de la evolución que experimentan los usuarios del centro gerontológico de San Juan de Dios. “Llegan con un estado depresivo, con un estado de soledad, de abandono, que nosotros aquí los vamos empoderando y ellos mismos tratan de ir saliendo adelante y su calidad de vida sí se ve mejor”.

Berta Santibáñez tiene casi doce años participando en el centro gerontológico del DIF. Y desde entonces agradece cada día. “Yo cada día agradezco a Dios que amanezco viva y esperando que en cualquier momento me voy, me voy de este mundo pero que sea feliz, feliz. Y pues yo gozo día tras día. Dia que va a pasando”.

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