Narrativa joven: Dulce Maternidad

Foto: Cortesía.

Por Victoria Aldana

Tras un fin de semana, Dulcinea llegaba a casa muy cansada. Aun en el bajón de la ebriedad, fue a donde su madre la llamaba, algo muy malo le esperaba. Su madre le mostraba un pequeño pollino de apenas tres meses de nacido como “regalo” para la ansiedad que comenzaba a notar en Dulcinea luego de la pandemia. Ella mostró descontento casi al instante, Rucio se acababa de convertir en el hijo no deseado. Se guardó lo que pensaba, pero notó que un nudo en el estómago aparecía.

Mientras Rucio crecía, su pecho se hacía más prominente, como si enalteciera su presencia, aunque era una miniatura. Como todo ser que aparenta fortaleza, pronto se desquebrajó su carcasa y demostró su lado vulnerable. Comenzó cuando la convivencia se volvió tan tensa que Rucio empezó a enfermar lentamente, Dulce lo notó cuando sus heces se volvieron fétidas, incluso más oscuras como resultado de la represión. El borrico fue llevado al veterinario y mencionaron que tenía un problema del colon por estrés que se debía a los constantes regaños. Dulce no pudo evitar sentirse juzgada cual madre cuando le dicen cómo tratar a sus hijos. En ese momento entendió que esto ya no era una casualidad, aunque su madre y ella se amaban, al final quedaba una herida de abandono, era difícil olvidar cuando un desacuerdo se volvía la ocasión perfecta para tensar el hilo que las unía. Ya no era una casualidad, era un doloroso patrón.

La colitis jamás desapareció ya que a Rucio no le gusta estar solo, esto fue lo que desató la recaída estomacal más fuerte que ha tenido. Un día el piso se cubrió de sangre, el olor a hierro era penetrante. Sin dudarlo, Dulcinea lo envolvió en una cobija y lo llevó al veterinario, le inyectaron medicamento y sin quejarse, se orinó de dolor. Lo canalizaron y fue puesto en una jaula en medio de la soledad a la que tanto temía. Eso llevó a Dulce a reafirmar su decisión de no tener hijos, aún se cuestiona si la decisión es temporal o definitiva. No pudo evitar reflexionar sobre las similitudes entre ella y Rucio. También reprime sentimientos y los somete a procesos viscerales dolorosos. De cierta forma, se puede vivir la maternidad sin ser madre y esa es la de ella. Con Rucio fue inevitable preguntarse cómo será ella cuán – do sea madre y qué es lo que hará diferente.

Comprendió que simplemente no puedes remediar con medicina la ausencia. El daño es irreversible.

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