Alfredo Zalce. Evocación Quijotesca 1986 Acrílico sobre lienzo, 124 x 163 cm.

Alonso Quijano, el primer otaku

Al convertirse en un verdadero fanático de las historias de caballería, el mítico personaje de Cervantes fue pionero en “disfrazarse” de sus personajes favoritos

Por Carlos A. Scolari

Los 50 años del Festival Internacional Cervantino, además de ser una buena excusa para releer el libro más fascinante escrito en castellano, también nos brindan una gran ocasión para reflexionar sobre algunos procesos que se están dando en la actual ecología mediática que fueron anticipados por la obra de Miguel de Cervantes hace cuatro siglos.

En los últimos veinte años se ha hablado mucho de “narrativas transmedia”. Ahora bien, estas formas narrativas basadas en la expansión del relato en varios medios con la complicidad de los lectores o espectadores (hoy los llamamos fans) no son un invento del siglo XXI. Podría decirse que ya el día después de la publicación de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha en 1605 comenzaron a aparecer adaptaciones teatrales, ilustraciones y expansiones narrativas en otros medios como las aleluyas, esas protohistorietas que tuvieron su momento de gloria entre los siglos XVIII y XIX. Algunas aleluyas presentaban los momentos más destacados de la novela, como si se tratara de un tráiler cinematográfico, mientras que otras indagaban en la infancia de Sancho Panza o parodiaban las andanzas del Caballero de la Triste Figura.

Pero hay más. Uno de los componentes fundamentales de toda narrativa transmedia es la actividad performativa de los fans, por ejemplo el llamado cosplay (o cultura otaku en japonés). El cosplay consiste en disfrazarse de un personaje de ficción, generalmente de un cómic o de una película; se trata de un fenómeno que va mucho más allá de la cultura oriental de los manga y anime, ya que abarca a todo tipo de mundos narrativos, desde los fans de Star Trek (los trekkies) hasta los amantes de los superhéroes. El otaku que practica cosplay es el fan total.

Podríamos decir que Alonso Quijano era un fan total de las historias de caballería. Ese ávido lector de relatos medievales, desde el Tirant lo Blanc hasta el Amadís, guiado por una loca obsesión no muy lejana a la de muchos contemporáneos, un día decidió traspasar la frontera, asumir su personaje hasta las últimas consecuencias y vivir plenamente en su mundo narrativo preferido. Alonso Quijano fue el primer otaku.

El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha no es simplemente una novela irreemplazable: es la obra total, una de las experiencias transmedia más relevantes de la narrativa universal y, no nos olvidemos, el texto que nos convoca a visitar Guanajuato y sumarnos a los festejos por los 50 años del Festival Internacional Cervantino.

Dr. Carlos A. Scolari

Catedrático de Teoría y Análisis de la Comunicación Digital Interactiva del Departament de Comunicació de la Universitat Pompeu Fabra – Barcelona.

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