El olfato desempeña un papel importante en nuestra vida diaria. La comida, un lugar y hasta una persona pueden atraernos solo con su aroma. También nos avisa si hay peligro; con él, revivimos sensaciones, momentos y personas.

Los traumatismos en la cabeza, el Alzheimer y las enfermedades virales causan la pérdida del olfato o anosmia. Por ello, casi el 80% de las personas con Covid-19 la registraron, al igual que la alteración o pérdida del gusto, llamadas disgeusia y ageusia, respectivamente. Dada su frecuencia, se recomendó incluirlas como parte del diagnóstico en una persona contagiada.

¿Por qué se pierde el olfato?

• Los estudios sugieren que la invasión del virus comienza en la nariz —en el epitelio nasal— y no como se pensaba antes: que atacaba directamente las neuronas olfativas en el cerebro.
• Nicolas Meunier, neurocientífico de la Universidad de ParísSaclay, infectó con Covid-19 la nariz de hámsteres dorados sirios. En dos días se habían infectado casi la mitad de las células contenidas en la nariz de los roedores, pero no las neuronas olfativas, incluso dos semanas después.
• Las personas con anosmia por Covid-19 detectaron olores hasta siete meses después de la enfermedad. Algunos dijeron, por ejemplo, que la comida sabía a cartón. Este síntoma denominado parosmia aparece en quienes han recuperado algunos olores pero no toda la gama de aromas.
• Aunque existen algunos tratamientos para recuperar el olfato, lo cierto es que este volverá cuando se hayan regenerado del epitelio nasal.
• El entrenamiento olfativo para recuperarse de la anosmia implica la repetición y exposición repetida a un conjunto de olores durante 20 segundos cada uno, dos veces al día y al menos durante tres meses. Estos olores pueden ser limón, rosa, clavo y eucalipto. 
• El entrenamiento olfativo es seguro y útil si comienza en los primeros 12 meses de registrarse la anosmia, de acuerdo al centro nacional de información biotecnológica de EU.