Decir adiós

Lo más difícil de esta pandemia ha sido despedir a las personas fallecidas por Covid-19. Ante el regreso a las actividades cotidianas, su ausencia también se hace más evidente.

Cuando se sufre una pérdida, cada persona reacciona de una manera diferente. Es decir, reacciona de acuerdo a su contexto, explica el tanatólogo Amado Juan Robles.

“Hay muertes esperadas, como en una enfermedad terminal, otras son muertes inesperadas, repentinas, como las causadas por un accidente o, en este caso, por coronavirus, en la que además entró la tragedia porque, por prevención de contagio, no se pudo ver por última vez a la persona, ni despedirla socialmente y eso aumentó el dolor y el sufrimiento”, platicó.

Al registrarse la muerte de una persona, comienza para la familia y amigos un proceso de duelo. Debido al Covid-19, no es posible tener una despedida familiar, mucho menos social ni religiosa, por lo que muchas de las emociones y sentimientos quedan contenidas y, ahora que se vuelve a la llamada “nueva normalidad”, esa ausencia puede ser más notoria, como la del niño o la joven que al volver a la escuela ya no va con su papá o mamá, o que al regreso a la socialización falta un familiar o un amigo.

¿Y qué puede hacerse ante esta situación?, ¿se puede disminuir el dolor? Las emociones son inevitables y no son estáticas, con el paso de los días, irán cambiando; sin embargo, es necesario seguir una serie de pasos para superar y adaptarse a la realidad.

  • Estar consciente de lo que está sucediendo en tu vida y aceptar la pérdida, la persona ya no está.
  • Aceptar la realidad con los sentimientos que eso implica: Negación, negociación, ira, depresión, para llegar a la aceptación.
  • Buscar motivantes con un propósito y sentido de vida.
  • Evitar la soledad.
  • Es conveniente hablarlo, llorarlo, trabajar el autoperdón y perdonar.
  • Buscar actividades físicas, artísticas y laborales para sentirnos útiles y productivos.
  • Entender que el duelo es un proceso y que lleva tiempo: uno a tres años en promedio.

En cuanto a lo religioso, es conveniente que las personas puedan crear sus propios rituales, en los que puedan orar, despedirse y fortalecerse ante la pérdida, mientras los cementerios pueden visitarse abiertamente. Esto podría traer paz y tranquilidad.

De no hacerlo, el duelo puede volverse complicado y estancarse, generando así otros desórdenes mentales y emocionales como depresión, trastorno de pánico y hasta brotes psicóticos, que ameritan atención profesional.

En cuanto a los niños, esta pérdida les impacta fuerte, ellos lo manifiestan con malestares físicos, mientras que en los adultos se traduce en llanto, ansiedad y negación. En ambos casos, hay que ofrecer y buscar apoyo.

El tanatólogo Robles recomienda recibir ayuda especializada si el duelo se ha prolongado, si se presentan algunas de las respuestas y no se atienden.

Síntomas

De acuerdo a la Universidad Cooperativa de Colombia, los síntomas más comunes que se experimentan por una muerte inesperada como es la de Covid-19 son de diferentes tipos. Si bien es válido y hasta sano experimentarlos, no se deben de hacer eternos con nosotros, lo mejor es buscar apoyo familiar y profesional para superarlos.

Respuestas físicas

Sensación de vacío en el estómago, opresión en el pecho y la garganta, mucha sensibilidad al ruido, debilidad muscular y cansancio, falta de aire o aliento, sequedad de boca, trastorno del apetito.

Respuestas mentales

Incredulidad o confusión, preocupación constante y persistente, alucinaciones visuales o auditivas, dificultades de atención, memoria y concentración.

Respuestas emocionales

Tristeza, ira, frustración, culpa y remordimiento, ansiedad, sensación de soledad, abandono, indiferencia o apatía y desamparo.

Respuestas conductuales

Trastornos del sueño y la alimentación, retraimiento o aislamiento, soñar con la persona fallecida, suspirar, llorar, hiperactividad y agitación.

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